Con el aspecto y la asunción de las convenciones del cine catastrofista, un narrador esporádico inoportuno e indeseable y el forzamiento de las situaciones durante la reclusión de los ciegos, la película de Meirelles no deja de ser sin embargo una apreciable historia a la que quizá le falta cierta precisión y profundidad en sus planteamientos argumentales para situarse en una posición de mayor relevancia artística.
Cuando te pones fino me pones.
ResponderEliminarY a mí...
ResponderEliminarHum... es que soy un chico sesiiiii...
ResponderEliminar