jueves, 29 de septiembre de 2011

Cara B


Griff el invisible, de Leon Ford, es una curiosa película australiana que suscribe en apariencia las convenciones del género de superhéroes para indagar en el mundo particular y distorsionado de un muchacho extraño y de su aún más excéntrica novia. Divertida por momentos, oscura y pesimista otros, resulta una interesante pieza ejemplar de cine periférico, no sólo por su procedencia sino por su factura creativa.

miércoles, 28 de septiembre de 2011


Del muchacho de Super size me acabo de ver La película más grande jamás vendida, un entretenimiento acerca de la omnipresencia de los anuncios publicitarios en nuestra época. Simpático, nada complicado o profundo, parece tratarse más de una broma privada que cualquier intento serio de hacer un análisis competente del asunto.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La deuda, de John Madden


Tediosa y tramposa por partida doble, es decir, no sólo por desarrollar las escenas de la forma más burda e indecente al gusto y beneficio del guionista sino por reorganizar el material narrativo a la búsqueda del suspense y la inflación sentimental, también orientada por las malas artes del re-escritor. Remata el cuadro la habitual y consentida falsificación del doblaje, una lacra
hórrida que es al cine lo que el esparto a los medios profilácticos.


Igualmente tediosa y también tramposa, pero con exageración insolente, es la versión previa, Ha hov, de Assaf Bernstein. Se agradece no obstante un tratamiento más sobrio y austero, especialmente del asunto del holocausto.

domingo, 25 de septiembre de 2011

El árbol de la vida, de Terrence Malick


El concepto "poema audiovisual" casa con la propuesta de Malick, pero no porque la música acompañe a unas imágenes más o menos bonitas sino, principalmente, por la voluntad de subvertir las convenciones narrativas. La poesía no es más que la búsqueda de nuevas formas de expresión, esos "senderos no transitados" de Whitman. Al mismo tiempo, sin embargo, el uso de la voz en off y la presencia masiva de la música, en otras ocasiones molesta, puede considerarse con justicia, una vía convencional. Así pues estamos ante la expresión de una fórmula cinematográfica en cualquier caso distinta, un lenguaje que, como en cada película ajena a los patrones de la corriente puramente industrial, ha de aprenderse para esta ocasión y ninguna otra. El trabajo de precisión realizado con la banda sonora, la fotografía y especialmente el montaje marcan el asombroso tempo de las escenas, en las que cada plano tiene la duración exacta y adecuada y la puesta en escena es impecable. Acaso sea en la segunda parte, tras la majestuosa secuencia del origen de la Tierra -parece mentira que los dinosaurios de Malick parezcan animales y no muñecos ridículos en manos de Spielberg-, cuando Malick rasea sobre un terreno narrativo más familiar y la película se vuelve menos estimulante, pero el resultado final es sin duda una obra notable. Cine.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Con derecho a roce, de Will Gluck


Buen humor y diálogos simpáticos hacen agradable la primera mitad de la película, justo hasta que la historia se acoge a las convenciones del género, se vuelve incoherente con las premisas planteadas y deriva hacia tediosos lugares comunes.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Phineas y Ferb, a través de la segunda dimensión, de Dan Povenmire y Jeff "Swampy" Marsh


No contentos con su explotación comercial en el canal de televisión propio, Disney lleva a las salas cinematográficas esta exuberante película de dibujitos. Números musicales aparte, un espectador ocioso puede llegar a echar un rato agradable gracias a la enérgica y descarada imaginación de los guionistas y a unos diálogos ingeniosos a veces.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Divorcio a la finlandesa, de Mika Kaurismaki


Por una vez el título en español hace justicia pues se trata de una comedia insulsa entrelazada con una trama mafiosa en la que nada de lo que sucede causa sorpresa o interés más allá de la pura curiosidad por conocer cómo son los finlandeses, y tampoco se pierde uno nada.

martes, 20 de septiembre de 2011

La piel que habito, de Pedro Almodóvar


Aparte del gusto del guionista por construir unos diálogos de plástico, de esos que se compran en el Carrefour, del director por fotocopiar un acervo cinéfilo por lo visto ciertamente rancio, los exabruptos habituales en el cine almodovariano como la orgía, los cameos de Esther García, la productora, y el "hermanísimo" y, especialmente, esa bofetada vergonzosa y reveladora del carácter amateur, por no decir chapucero, del auteur manchego en competencias cinematográficas que es "el momento tigre", resuelto con la habilidad para la puesta en escena de un asno, se nos quiere hacer tragar con la astuta pero farragosa argucia de contar la segunda parte de la historia en la primera parte de la película y la primera parte de la historia en la segunda parte de la película, de modo que, el grave e irresoluble problema de verosimilitud que acarrea la idea de que un cirujano transforme un hombre en mujer con irrevocable perfección permanece velado hasta el último momento, estafando al espectador militante y sacando de quicio al libre pensador, y por tanto disidente de la espesa y ridícula cohorte de lameculos y sacerdotes del "toque almodovariano".

lunes, 19 de septiembre de 2011

Los amos de Brooklyn, de Antoine Fuqua


Tediosa, a veces chapucera, finalmente inverosímil y definitivamente hilarante historieta sobre tres policías neoyorquinos a cada cual más próximo al cliché del género.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Arrietty y el mundo de los diminutos, de Hiromasa Yonebayashi


Cierta tendencia al sentimentalismo y alguna que otra trampa "venial" no oscurecen sin embargo una pieza con momentos grandiosos como la primera secuencia en la que aparecen los diminutos, pura narración cinematográfica, el primer encuentro de Arrietty con Sho, un deleite de planificación y puesta en escena, o el segundo encuentro entre la diminuta y el chico, en el que consolidan la historia de amistad que da sentido a la película.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Lo contrario al amor, de Vicente Villanueva


Chapuza insoportable interpretada por cuatro vainas sin respeto por la profesión de actor sobre la que defecan al despreciar la primera de las reglas de un intérprete: vo-ca-li-zar. La labor de Villanueva, evidentemente un rumiante habitual de forraje televisivo, no desentona en el ínfimo cuadro que representa este excremento. Se observa que las cosas suceden porque al guionista le sale de la parte de su cuerpo con la que al parecer ejecuta el pensamiento, y no contento con ello, intercala dos tramas a cada cual más absurda, que ponen de manifiesto la incompetencia narrativa del autor al tratar de estirar lo más posible una historieta que no da ni para un cortometraje. Villanueva desconoce en absoluto la escritura de guión, le importa un bledo el desarrollo de personajes -de ahí la vulgaridad e incapacidad cómica de su estilo- y se suicida en la puesta en escena, obsesionado como está en mostrar los torsos de los tres monigotes protagonistas.

miércoles, 14 de septiembre de 2011


La imagen pertenece a Madre Juana de los Ángeles, de Jerzy Kawalerowicz, una película polaca de 1961. Aunque es una pieza correcta hay dos aspectos interesantes a destacar, a saber; la fotografía, o mejor dicho, la puesta en escena y la composición de los planos, y la aparente influencia de Dreyer. La supuesta posesión diabólica de las monjas de un convento, el argumento principal, marca el tono superficial, por momentos cercano a las convenciones del cine de terror, pero es la lucha interna del sacerdote encargado de exorcisar a las hermanas, atormentado por la tentación y su purga -cilicio de por medio-, la que marca el desarrollo de esta curiosa cinta.

martes, 13 de septiembre de 2011


A propósito del asunto de la filmación de la cotidianeidad suscitado por el estreno de Stella nada mejor que el reciente visionado de Aita, de José María de Orbe. Suscribiendo los presupuestos estéticos y narrativos de somníferos tales como En construcción y El cielo gira, el director deja la cámara en un sitio, luego de un calculado arreglo de luces, para que quede bonito, y fotografía la pared, a veces con un señor delante. Parece olvidarse el director de la principal función de la cámara: el registro de objetos en movimiento. Así, obtenemos un "fascinante" recorrido por los actos más ordinarios e insignificantes de una persona, es decir, somos espectadores del anticine. ¿Cuánto se tarda en lavarse los dientes, hacer de vientre, montar una estantería de Ikea, fregar los platos o cortarse las uñas? Hágase el cálculo, añádase otras acciones de importancia similar hasta conseguir unos holgados noventa minutos de trepidante rodaje y remátese con breves y claramente improvisados diálogos que esconden una extraña pero profunda sabiduría filosófica acerca del goteo inoportuno en el compartimento congelador del frigorífico. Voila, ya tiene usted su obra maestra del más creativo, rabioso e inmortal cine contemporáneo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Stella, de Sylvie Verheyde


A juego con la mediocridad contemporánea y la definitiva muerte de la creatividad original la película retrata la cotidianeidad de una muchacha. Interesante pocas veces, tediosa el resto del tiempo, queda una indiferente historieta con pintorescos toques nostálgicos y bien poca gracia.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Noche de miedo, de Craig Gillespie


En tanto que dirigidas a un público con debilidad intelectual -es decir, imbéciles- como es el adolescente, los guionistas de estas películas se preocupan en demasía por explicar qué ocurre y por qué. Sin embargo, esta sobrecarga de información a menudo, por no decir siempre, deviene en material inútil, tiempo muerto o forraje oral y escénico, un auténtico lodazal de convenciones y clichés que conforman una plantilla estructural intercambiable sin capacidad de sorpresa o estímulo.


Así pues, me he visto obligado a repasar la versión original de Noche de miedo, de 1985 y dirigida por Tom Holland, para constatar con sorpresa que si bien es tan aburrida como la nueva versión al menos está mucho mejor narrada -libre de bochornosas explicaciones-, Roddy McDowall cae mejor que el pegote de Farrell, cuya composición del personaje del vampiro, un auténtico vaina, escupe sobre la divertidamente descarada interpretación de Chris Sarandon y sus referencias hilarantes a Bela Lugosi, y, sobre todo, se ciñe al tono del género añadiendo un poco de humor y homenaje al cine clásico de terror.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Mammuth, de Gustave de Kervern y Benoit Delepine

Exótica composición audiovisual con ambición y vocación poética e intención trascendente a los códigos cinematográficos. Sujeta por tanto a criterios puramente emocionales basados en la impresión inmediata, al espectador no le cabe más que esperar tantos momentos sublimes como ridículos. En este caso abundan los segundos y los primeros brillan por su ausencia.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cara B


A propósito del regreso de las emisiones del programa de radio (cuando el fútbol no se interpone) y por tanto la vuelta de ¡Cineclub gay! vamos a dedicar un par de líneas a The four faced liar, de Jacob Chase, una historieta de relaciones cruzadas con ingrediente lésbico y una feraz banda sonora cuyas tonadillas se van amontonando conforme el guión pierde peso narrativo, rasgo habitual en el cine contemporáneo de tendencia "pop".

sábado, 3 de septiembre de 2011

Vaqueros y alienígenas, de Jon Favreau


Dice la leyenda que bajo el suelo ibérico hay petróleo, pero en cantidades cuya explotación resultaría ruinosa. Imagínese pues el lector el presupuesto económico para atravesar la galaxia y extraer unas miserables toneladas de oro. Independientemente de lo estrafalaria (o directamente estúpida) que sea la idea de la que parte una película, uno debe atenerse a los elementos cinematográficos con los que se desarrolla, y aquí pinchamos en hueso. Favreau y su banda de guionistas se limitan a una narración convencional, es decir, regida por parámetros puramente pueriles, incluso chapuceros. Que Harrison Ford haga lo que hace en esta cosa y que hayan contratado a Olivia Wilde para hacer de alienígena bondadosa y abnegada y tengan la desfachatez de hurtarnos un simple plano frontal, el único que merecería la pena, cuando emerge de las llamas es una vergüenza. Como el resto de la película.