sábado, 31 de enero de 2009

El juego del ahorcado, de Manuel Gómez Pereira


En general, los directores y guionistas españoles no tienen nada que decir. Quizá por eso, Juan Antonio Bardem, en las Conversaciones de Salamanca, denunció que el cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico. Casi cincuentaycuatro años después nadie puede refutar ninguna de estas afirmaciones. Da la impresión de que, en general, los cineastas españoles son intelectualmente inferiores a los del resto del mundo, y la razón, presumo, es que los cineastas españoles, en general, no tienen una opinión formada, no son propietarios de una reflexión personal sobre el cine ni se han tomado un segundo de sus vidas para pensar en el cine como (supuesto) arte o como lenguaje, y por lo que cuentan en sus películas, no parece que hayan pensado siquiera en el mundo que les rodea. La verdad es que no parece que sean profesionales del cine. Los cineastas españoles, en general, carecen por tanto de inquietudes, pensamientos, sentimientos o reflexiones propias acerca de la vida, la existencia, el cosmos o la tortilla de papas, si me apuran, que expresar en sus historias, de ahí que sus capacidades narrativa, estética y creativa se limiten a asumir y mimetizar convenciones prestadas de otras industrias más potentes y enérgicas, de ahí que, como en El juego del ahorcado, no alcancen más que a construir torpe, aparatosa y confusamente un cuento banal, vacuo, ridículo a veces, lleno de contradicciones, inverosímil, sin personajes, sin estímulo... por no hablar de los actores, que serán guapos y tendrán bonitas tetas (graciosa y profusamente exhibidas "por exigencias del guión"... no sabe na el guión), pero vocalizar vocalizan como el ano. Y mañana los Goya.

jueves, 29 de enero de 2009

Resistencia, de Edward Zwick


Tratada como carne de parrilla televisiva, pues los actores de doblaje asignados para anular y destrozar el trabajo de los Craig, Schreiber, etc. son de esa categoría sónica, Resistencia, si se me permite la redundancia y el juego de palabras, resiste bastante mal una mirada objetiva, especialmente cuando el director insulta al espectador con alguna flatulencia cinematográfica como un leve pero notorio zoom o como cuando plagia a Spielberg en alguna que otra escena bélica. Anodina, aburrida durante un buen rato, humillada por el ridículo doblaje (¿por qué nunca doblan a los alemanes en las películas de la Segunda Guerra Mundial?), este reportaje panorámico de la flora lituana queda, como digo, para ser exhibida en un canal de televisión un domingo por la tarde.

martes, 27 de enero de 2009

cortometraje de la semana



Con 19 años (y aquí mismo debería dejar de escribir y pediros que me cortéis la cabeza, rediós) Orson Welles rodó este cortometraje de 1934, The hearts of age (no me atrevo a traducirlo, hay gente cualificada para eso... ejem...). La leyenda de que Welles llegó virgen a su matrimonio con el cine pierde su base por tanto. Según el autor de Ciudadano Kane, esta ópera prima se rodó una tarde de domingo y no trataba más que ser una parodia de La sangre de un poeta, de Cocteau.

jueves, 22 de enero de 2009

El intercambio, de Clint Eastwood


Zaherido y abrumado por el empalagoso y ridículo doblaje, especialmente el de la Jolie, me dispuse sin embargo a darle una oportunidad al que ahora todos tildan de genio (¿lo era también cuando hacía películas con orangutanes?). Eastwood es un chapucero y en El intercambio confluyen todas las características (ninguna buena) de las consideradas magistrales Million dollar shit... perdón, Million dollar baby y Mystic river (el mayor monumento a la mierda cinematográfica perpetrado jamás), dando como resultado algo así como un Pearl Harbour dirigido por Ed Wood y producido por Menahem Golam y Yoram Globus. Decir que El intercambio es aburrida y sobre todo tramposa es quedarse muy corto. Aquí encontramos otra vez esos personajes malos malísimos de tebeo, un sicópata que exhibe su patología en el primero de los planos en el que sale, una interminable sucesión de epílogos, un maquiavélico guión que usa personajes a conveniencia y tira de casualidades y otros azares caprichosos como recurso narrativo... en fin, todas las faltas de María Antonieta, que dice mi madre.

domingo, 18 de enero de 2009

El lince perdido, de Manuel Sicilia y Raúl García


La animación española adolece, escrito ha quedado en múltiples ocasiones en este foro, de todo aquello que hace de las animaciones estadounidense y japonesa las más potentes del mundo, y este producto made in Andalucía, presentado bajo el amparo de la marca patria Antonio Banderas, es español. El lince perdido no es vergonzosa como Rh +, el vampiro de Sevilla, ni hedionda como El espíritu del bosque. Y estas son sus virtudes. A El lince perdido, a pesar de su dibujo algo acartonado, supongo que debido a cuestiones puramente económicas (se trata de comprar los mejores programas de ordenador), lo que hay que reprocharle es el infame doblaje, empecinado en acotar, señalar, reforzar y explicar las acciones de los personajes, la pobre capacidad creativa no sólo en cuanto al desarrollo de escenarios, vehículos, artefactos o vestuario sino en la plástica expresiva de los personajes, y sobre todo, un guión farragoso y aparatoso, excesivamente narrativo y oral, lleno de bifurcaciones y cambios del punto de vista que ensucian la comprensión de la historia para los niños y levantan un abismo de distanciamiento para los adultos.

sábado, 17 de enero de 2009

Cuando ella me encontró, de Helen Hunt


Según el IMDB, Helen Hunt ha dirigido cuatro episodios (y escrito uno) de Loco por ti, serie en la que interpretaba a la adorable Jamie Stemple. En el 2007 dirigió, escribió y protagonizó Cuando ella me encontró, una comedia amable en la que Colin Firth tiene las mejores réplicas y sigue interpretando perfectamente al inglés tópico.

lunes, 12 de enero de 2009

Di que sí, de Peyton Reed


Odiado y alabado a partes iguales (diría que en este caso soy de extrema derecha), Jim Carrey es, objetivamente, un magnífico actor. Cuando tiene un buen director, se podría añadir. En Di que sí, frase ya usada para titular un película española con Paz Vega y Santi Millán (ay, estos distribuidores torpones) Carrey interpreta a un ser algo anodino que sufre una transformación radical al formar parte de uno de esos talleres de autoayuda tan típicos en Estados Unidos. En Di que sí ocurre lo mismo que en, por ejemplo, Mentiroso compulsivo; si la obligación de decir la verdad no tenía por qué convertir a Carrey en un bocazas en esta, la obligación de decir sí a todo no tiene por qué convertirlo en un optimista patológico en aquella, hecho que proporciona a la historia los momentos más puramente cómicos. Pero a mí me gusta Di que sí, sobre todo cuando aparece en escena Zooey Deschanel, quien aporta la ternura y la luz de esta película. Y como suele pasarme, siempre me pregunto si esto sería posible en el panorama cinematográfico nacional. La respuesta, como suele pasarme también, es no... y es no porque nunca encuentro en las películas españolas ni el ingenio ni la naturalidad ni la curiosidad ni la variedad ni la precisión de tono con la que están hechas las comedias estadounidenses.

jueves, 8 de enero de 2009

De dibujitos y sandeces animadas


El reino de los chiflados, exótica traducción de Lissi und der wilde Kaiser -Lissi y el emperador chalado-, se alinea junto a la nefasta y hedionda Rh+, el vampiro de Sevilla en las particularidades estéticas y narrativas de la animación europea. Si la ignominiosa película española estrenada en el pasado festival de cine de Sevilla es una vergonzosa sucesión de exabruptos propios del carnaval gaditano, la alemana mantiene un tono igualmente codificado sólo para el público adulto, pero menos cargado de la escatología vomitiva de la cinta local. De hecho, prueba de la ineptitud de los guionistas europeos del cine de animación (si los hubiere), el único infante* de la sala abandonó la proyección, seguramente bien aconsejado por unos prudentes y sabios padres (no me quiero ni imaginar cómo sería la cosa en plena vorágine navideña con la sala abarrotada). Adulterada hasta límites insoportables por el doblaje del aburrido y agotado Florentino Fernández, esta memez germana, que da vergüenza ajena, engarza un esperpéntico rosario de escenitas chistosas sin criterio ni genio que maldita la gracia que tienen.


En el extremo opuesto se sitúa Bolt, impecable ejemplo estético de lo que es una película de dibujitos (en mi calle, algunos niños decían periquitos). Con lagunas en su estructura y una coherencia interna tan endeble como un andamio de plastilina, Bolt es no obstante ingeniosa y graciosa a veces, visualmente notable e inteligible para los niños* (aunque los que hubiese en la sala se dedicaran a jugar entre las butacas), pero sobre todo, producida con criterio y cuidado profesional, mantiene el tono de lo que es y quiere ser. Eso sí, como todas las películas Disney, adolece del aire sensiblero marca de la casa, sin llegar al ataque diabético del numerito musical o la cancioncita moralista.

* Los niños NO DEBERÍAN IR AL CINE. Se aburren, por muy divertidos que sean los dibujitos, y cuesta mantenerlos sentados los noventa minutos escasos que suelen durar estas películas. Así que, NO LLEVEN A LOS NIÑOS AL CINE, salvo que demuestren un coeficiente de inteligencia igual o superior al de un adulto... un adulto con suficiente coeficiente de inteligencia, claro, que hay cada garrulo suelto...

lunes, 5 de enero de 2009

Rocknrolla, de Guy Ritchie


"Conozco un electricista que podría hacerte una copia de eso", dice Leónidas a Thandie Newton en la escena de la que se extracta esta imagen, en uno de los pocos momentos ingeniosos de esta chorrada aburrida y de estructura aparatosa y confusa, en la que lo más nutritivo, y es demasiado decir, es el chiste de encontrarse con el espartano de 300 haciendo de matón requete y a un ruso mafioso que recibe a los londinenses mafiosos en un palco de un estadio de fútbol con nombre demasiado parecido a Abramovich (presidente del Chelsea). Y es que, como decía mi dueña al término de las larguísimas dos horas de cinta, ni siquiera la música es buena. Aún así, en lo títulos de crédito se nos amenaza con una segunda parte. Rediós.

viernes, 2 de enero de 2009

La ola, de Dennis Gansel


Según el IMDB, La ola se basa en una novela que convierte en ficción literaria un experimento educativo nominado muy significativamente tercera ola. Ya vista en el pasado festival de cine de Sevilla, esta revisión ha ratificado mi opinión sobre la película. Se le podría reprochar algún que otro defecto o endeblez estructural, alguna que otra licencia narrativa, pero ninguna de ellas faltas tan graves como para echar abajo una historia que basa su fuerza en el argumento, expresado y definido poderosamente con la mirada del profesor en el último plano de la película.