La estructura de En busca de la felicidad deparaba una sucesión de desgracias y reveses a Will Smith tan demoledora que conseguía desactivar en el espectador la convencional expectativa del "final feliz", dotando ese final feliz, que siempre llega, de una emotividad inesperada y amplificada. En Siete almas, sin embargo, el juego estructural no obtiene los mismos resultados. La repetición de la fórmula "búsqueda de un receptor" por parte de Smith se vuelve, por reiterativa, hueca de materia narrativa, y aún peor, llena de cuestiones inverosímiles (como la historia de amor entre Smith y Dawson, incrustada por "exigencias -voluntad- del guionista") que generan preguntas inoportunas, ubicando la historia en el mismo plano de explicaciones forzadas que El bosque de Shyamalan, por ejemplo. Inflada de un vapor emocional algo naíf, entre otras cosas, Siete almas se convierte en un artificio demasiado aparatoso como para alcanzar la denominación de obra cinematográfica, quedando en producto de consumo televisivo.
Excesivamente sentimentaloide. Excesivamente holywoodizada.
ResponderEliminarExcesivamente forzada.
Excesivamente tramposa.
Una pena, por que la idea era cojonuda (for me)
Y odio esas pelis que juegan al despiste y dan no pistas con rutilantes flash backs.