Odiado y alabado a partes iguales (diría que en este caso soy de extrema derecha), Jim Carrey es, objetivamente, un magnífico actor. Cuando tiene un buen director, se podría añadir. En Di que sí, frase ya usada para titular un película española con Paz Vega y Santi Millán (ay, estos distribuidores torpones) Carrey interpreta a un ser algo anodino que sufre una transformación radical al formar parte de uno de esos talleres de autoayuda tan típicos en Estados Unidos. En Di que sí ocurre lo mismo que en, por ejemplo, Mentiroso compulsivo; si la obligación de decir la verdad no tenía por qué convertir a Carrey en un bocazas en esta, la obligación de decir sí a todo no tiene por qué convertirlo en un optimista patológico en aquella, hecho que proporciona a la historia los momentos más puramente cómicos. Pero a mí me gusta Di que sí, sobre todo cuando aparece en escena Zooey Deschanel, quien aporta la ternura y la luz de esta película. Y como suele pasarme, siempre me pregunto si esto sería posible en el panorama cinematográfico nacional. La respuesta, como suele pasarme también, es no... y es no porque nunca encuentro en las películas españolas ni el ingenio ni la naturalidad ni la curiosidad ni la variedad ni la precisión de tono con la que están hechas las comedias estadounidenses.
Venga hombre, que tampoco es para tanto, tiende a ser aburridilla, Jim Carrey ya ha quemado este tipo de interpretaciones, debió dejarlo en Yo, yo mismo e Irene, que sí que está insuperable, esta es más de lo mismo pero sin el ingenio de la otra.
ResponderEliminarBueno, habrá que verla.
ResponderEliminarJavi... la encuesta podrías ir quitándola no?
jajajaj