miércoles, 5 de octubre de 2011

Televicio

Tomando prestada la expresión de los incomparables Les Luthiers abrimos esta sección dedicada a la ficción televisiva, oasis por momentos del lamentable panorama audiovisual general.
Dejando atrás el ya rancio e incomprensible culto que baratijas para sádicos como Dexter y petulantes flatulencias como Mad men han generado en el público menos instruido, y a la espera de que la anhelada quinta temporada de Big bang theory, ay, empiece a mejorar lo visto en los primeros tres capítulos, es hora de hacer un balance de las nuevas propuestas.


La primera es una comedia titulada Whitney, protagonizada por Whitney Cummings, actriz y guionista, que en los dos capítulos hasta ahora vistos por el que suscribe, deja la envidiosa sensación de que la escritura audiovisual es dominio e imperio de los estadounidenses.


A la Cummings la encontramos como guionista de 2 broke girls, otra notable comedia con personajes contrapuestos y diálogos ingeniosos.


Bajando el tono hago referencia a New girl, historieta sobre una muchacha algo marciana que comparte piso con tres tarugos, a cada cual más insípido. Para estar protagonizada por la Deschanel, las expectativas superan a los resultados.


El tono se hunde definitivamente con Pan am, un rollo que lame por donde pisa Mad men y que no he podido soportar más allá de los primeros quince o veinte minutos, justo cuando entra el primer flash back. Si me equivoco, estoy dispuesto a rectificar, pero me parece harto difícil.


Terra nova, del supermercado de Spielberg, se presenta como una pueril serie de pandilleros entre dinosaurios. La impresión que causa un maromo "uniformado" con las protecciones de los jugadores de fútbol americano, a lo Mad max, nos retrotraen al hilarante vestuario de los años ochenta. Tedioso me parece hacer una relación de las múltiples inverosimilitudes de la serie. Para rematar el despropósito, suscribe las convenciones televisivas de España al dedicar tramas separadas según la edad de los protagonistas.


Hablando de los ochenta, si la ropa ha cambiado desde entonces, no digamos la televisión. Sin embargo, al parecer, los guionistas españoles de la versión patria de Cheers no lo han advertido. Así, la puesta en escena adolece de un ritmo más vivo y los diálogos son toscos y aparatosos, haciéndonos dudar de la calidad y bondad de un producto que estuvo en antena durante once temporadas.

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