Me dejé engañar durante un rato por la calidad fotográfica de la cinta, cuya tendencia a cierto toque artístico y naturalista me hizo pensar que esta versión de una película de Wes Craven (un tipo de conocimientos nada desdeñables) que a su vez es una versión de, nada menos, El manantial de la doncella de Ingmar Bergman, podría contener alguna sustancia cinematográfica digna de atención. Pero no. Así, entre hachazo y violaciones y sus consecuentes vendettas (de hecho en Venezuela se titula La venganza de la casa del lago), transcurre esta tontuna que culmina, y esto es lo único bueno, con el Nuclear de los Death in Vegas en los créditos finales.
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