La técnica es obsoleta, la planificación y la puesta en escena son paupérrimas, la narración es ininteligible, la estructura está hinchada, el montaje es absurdo, los personajes son caricaturas... y así podríamos hablar del total de la producción española de animación, un género al que le sigue faltando ingenio, originalidad y energía y le sobra todo lo demás.
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