La idea germinal es interesante, pero el guión se encarga de asfixiarla bajo el peso de una historia que desprecia todo lo que de bueno podría destellar y exalta los aspectos mediocres. Tediosa por momentos, a su director, Amorim, se le puede achacar además cierta incapacidad en la puesta en escena, por no decir que es un chapucero.
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