Cuando una película se fabrica según unos patrones convencionales es raro que consiga entusiasmar al espectador. Lo normal es que le aburra, como en este caso. Y es que, en cuanto empieza, te hueles de qué va, cómo se sucederán los acontecimientos y cómo acaba. Uno de los detalles que delatan cómo de típica y reconocible es la historia es que al héroe no hay forma de cargárselo, pues su aura mítico desvia los misiles y las balas hacia sus sucesivos ayudantes, pobres mortales. Lo mejor, por destacar algo de entre el montón anodino que es esta cinta, es el encuentro entre DiCaprio y Golshifteh Farahani, la enfermera que vacuna y cura las heridas del niñato del Titanic. La historia se bifurca entonces y muestra brevemente la tensión social que la relación entre la chica (la actriz y su personaje son iraníes) y Leonardo provoca en la capital jordana, principal escenario de la acción. Aparte de eso, es divertidamente inquietante pensar que las cosas que pasan en el mundo ocurren por el mandato de un yanqui con manos libres en el teléfono que mientras lleva los niños al colegio o se prepara el desayuno (lo malo de ese trabajo es la diferencia horaria) ordena la ejecución de operaciones militares o de espionaje en cualquier parte de la periferia del imperio. Y de cómo todo lo que sale en televisión y nos creemos no es más que pura mentira. Y sí, es Axl Rod el que canta al final, puf.
Por lo que me debes una cena.
ResponderEliminar¿Es Javi el de la foto?
ResponderEliminar1. Sí, te debo una cena, apumf... (qué tempranito te levantas, qué sueño).
ResponderEliminar2. Qué más quisiera... y hablando de parecidos razonables, ¿no eres tú el que anuncia la colonia de Gucci by Gucci y no James Franco?... hala, por cierto, este domingo no nos dejan hacer el programa, ya te contaré cuando me lo cuenten a mí.