jueves, 4 de diciembre de 2008

Outlander, de Howard McCain


Dios nos ha hecho este regalo por partida doble; esta es su encarnación en la forma anglosajona de Sophia Myles. En España se le conoce como Marta Hazas.

Aparte de la presunta inexactitud histórica en ciertos detalles que han causado viva polémica entre los que hemos visto la película (especialmente la presencia de un monje en la tribu vikinga), Outlander no deja de ser una nueva versión de una estructura narrativa que ya conocemos de sobra. Pero eso no es lo que la convierte en una historia mediocre, sino la duplicación de esa misma estructura y de la molesta inclusión de los odiosos flash backs a los que recurren los guionistas para rellenar los huecos que su imaginación y oficio deberían completar. Flash backs y música son los parches predilectos del escritor al que se le agota la historia una vez se sobrepasa la mitad de una película, pueden comprobarlo con sus propios ojos. El doblaje, de nuevo, nos juega malas pasadas y aniquila algunos de los detalles, o todos, por qué no decirlo.

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