sábado, 19 de diciembre de 2009

Planet 51, de Jorge Blanco y Javier Abad


Libre de las taras y defectos inherentes al cine de animación patrio (y es que el guionista no es español, ¿lo dudaban?), Planet 51 resulta mejor de lo esperado si se toman por pecados veniales la repetición de algún recurso, cierta discordia con la inverosimilitud y algunas relaciones de personajes defectuosamente explicadas. El resultado es un producto digno y por momentos ingenioso, especialmente con la aparición de Rover (en la imagen, a la izquierda), quien protagoniza un par de escenas brillantes y al que siempre le perseguirá la sospecha de parecerse demasiado a Wall-e (como también se parece, incluso físicamente, el astronauta al Tuck Pendleton -a la sazón Dennis Quaid- de El chip prodigioso). Pero, más allá de la calidad aparente de la cinta, y esto es lo interesante, Planet 51 demuestra un rasgo de inteligencia (cualidad inédita en la industria española) al explotar la poderosa capacidad metafórica de la ciencia ficción, genero al que rinde homenaje y admiración desde el primer momento, para plantear cuestiones como la tolerancia ideológica o, detalle advertido por la lúcida mirada de mi dueña, la potencia sugestionadora de los prejuicios.

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