miércoles, 2 de diciembre de 2009

2012, de Roland Emmerich


Lejos de ser un objeto cinematográfico, pues no tiene más valor artístico que un rato en los coches locos o una hamburguesa, esto de 2012 ni siquiera llega a ser buena en lo que quiere ser, es decir, un entretenimiento. Que le sobra metraje, sobre todo el prólogo y en esos insertos de "escena de emociones" en los que los unos personajes sin interés y sin sitio en la estructura se despiden y lloran y todo ese rollo, es obvio para cualquier espectador. Esta es una película de catástrofes y lo que se desea ver es la sucesión de cataclismos, en este caso perfectamente dosificada y modulada por los guionistas para conseguir momentos de tensión, pero ocurre que este mecanismo de manipulación del ritmo y la puesta en escena es tan evidente y grueso que algunas escenas parecen parte de una caricatura cómica, un chiste o un ensayo surrealista.

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