Otra película sobre la guerra civil. Aunque esta trata sobre las consecuencias. Después de la lamentable La educación de las hadas, Cuerda nos trae una historia de inopinada sobriedad y aceptable factura. Acaso la intervención de difunto Azcona en el guión haya contribuido a la consecución de una naturalidad oral que, incluso así, se pierde, aunque menos que otras veces para vergüenza del espectador mínimamente exigente. Pero como Azcona no puede hacer nada en la dirección de actores, tarea exclusiva del señor director, se advierte la ¿incapacidad, desánimo, torpeza? de Cuerda. Cámara y Verdú dibujan unos personajes algo anodinos, ensombrecidos por la inicialmente confusa, quizás risible, construcción de Raúl Arévalo, impagable en El camino de los ingleses o en Azul oscuro casi negro, pero que se va ajustando y comprendiendo conforme transcurre, a paso lento pero con buen ritmo, la historia. En definitiva, otra película española sobre la guerra civil que, ¡cáspita!; es potable... mas como el agua, fácilmente digerible y susceptible de eliminarse con admirable facilidad.
Cuerda dedica un portentoso primer plano al austríaco más famoso de la historia, introduciendo indirectamente la relación entre el Régimen y el Reich.
Por cierto, resaltar lo mejor de la película bajo mi humilde opinión, of course: la labor del microfonista Antonio M. Mejías,¡enhorabuena y un saludo corazón!
ResponderEliminar