
Si la interminable y retorcida escena del arado ya huele a chamusquina, a uno se le caen los calzones cuando comprueba el nivel de inglés hablado (y seguramente escrito) de los alemanes y franceses allá a principios del siglo XX. Podríamos discutir sobre inmoralidad o indecencia cinematográficas. Habrá que añadir la hilarante actitud "humana" de los caballos y el tono pueril general para completar una visión hórrida de este pastelito de un tal Spielberg, otrora director de cine ahora cocinero de McDonalds.
Lo más interesante es lo menos explotado, es decir, que el caballo es una excusa para conocer la intrahistoria de la guerra y las modificaciones que se producen respecto a conflictos anteriores (basta el ejemplo del casco que usan los alemanes, del pintoresco adorno prusiano a la cúbica coraza). Junto a la escena de la liberación del caballo atrapado en el alambre de espino, esta que ilustra la foto, la carga de caballeros es de las mejores: la frase del oficial alemán al inglés después de que su orgullosa y rimbombante caballería fuese diezmada por las ametralladoras, "¿Pero usted quién se ha creído que es?", establece con precisión el cambio radical que significó la I Guerra Mundial en la historia con la "industrialización" del concepto bélico (armas químicas, introducción de carros de combate y un incipiente uso de la aviación como fuerza decisiva). Pero a Spielberg lo que le gusta es la fotografía de confitería y la música del pesado de Williams.
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