
El cine español es el cine de los aficionados de pacotilla. Si no, no se explica cómo un director con dos dedos de frente y alguna preparación intelectual o cultural puede hacer una película con un guión comprado en el Carrefour, peor aún, comprado en el equivalente del Carrefour de Minnesota y luego traducido al español. Rediós las cosas que sueltan los "actores" por esas bocas. La planificación a base de primeros planos, la puesta en escena hilarante, los personajes que ya no son clichés sino verdaderas caricaturas o los diálogos de prospecto y discurseros son taras menores frente a la torpeza, grosería, "estado fetal" y chapucería general de un guión indecente, inverosímil, tramposo y manipulador que da vergüenza ajena.
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