Si eliminamos los violentos vaivenes de tono, las cinco o seis historias en una que quieren contar "a parir la vaca" los guionistas, el aspecto cada vez más próximo al Woody de Toy story del Gyllenhaal y la aterradora bocaza de la Hathaway, nos queda el único golpe gracioso, el numerito de la gabardina. ¿Es suficiente?... ni siquiera para llamar película a esto.
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