
La contundente presencia de Gina Carano es lo único a destacar de esta tontería chapucera, de estructura amorfa y molesta, en la que una mala bestia, por razones ininteligibles (eso es un guión bien hecho) se lía a mamporros con el primero que se le cruza, y así ad infinitum hasta que uno se pone a planchar o a hojear el Hola.
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