
Ante el revoltijo uno se pregunta qué pasa y de qué va la película. La puesta en escena, por momentos hilarante o chapucera, los diálogos "radiofónicos" (acaso deja de ser necesario mirar a la pantalla para saber qué ocurre) o rimbombantes, los personajes de caricatura y clichés varios conforman una historieta tipificada, sin sentido o dirección, cuya sustancia narrativa o siquiera cinematográfica ha sido sustituida por el sermón, el panfleto y la pose ideológicas para tedio y bostezo del espectador.
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