sábado, 2 de octubre de 2010

Lope, de Andrucha Waddington


Con una mano sobre Cyrano de Bergerac y la otra sobre Shakespeare in love, parece que a los guionistas no les ha quedado libre otra parte del cuerpo que las asentaderas para largarnos un cuento sobre Lope de Vega, pues entre el tropiezo cada cinco minutos con la escena lujuriosa, como en las películas de los ochenta, y la repetición de convenciones narrativas de las que se compran en el Mercadona, queda una maltrecha historia que un sujeto incompetente, nominado como director, empeñado en demostrar un vergonzoso desconocimiento de la puesta en escena o la dirección de actores -y extras-, hunde en los abismos de la miseria estética y artística.

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